En un artículo publicado el domingo 22 de abril, en la sección Vida del periódico Reforma, llamado «Para una vida feliz, quiérase mucho» se explica que una autoestima deteriorada puede ser la causa de múltiples problemas psicológicos, que se manifiestan cuando una persona se siente insuficiente, culpable, avergonzado e inferior.
Puede provocar además ansiedad, depresión, bajo rendimiento en la escuela o el trabajo, abuso del alcohol o drogas, codependencia y transtornos sexuales.
Lo importante de tratar de mejorar nuestra autoestima y (si somos padres) fomentar la de nuestros hijos es que los humanos no pueden realizar su poetencial sin una sana autoestima, que define como «sentirse competente para hacer frente a los desafíos básicos de la vida y sentirse merecedor de la felicidad».
Tener una alta autoestima, afirma Natahniel Branden, psicoterapeuta del Instituto para la Autoestima, de EU, ayuda a que se esfuerce uno más ante las dificultades.
Lo que creo importante en este tema es precisamente el papel de la familia en hacer que los niños tengan una autoestima alta y por lo tanto tengan mejores relaciones de amistad, personales, de familia, en el trabajo, en general, que tengan una vida plena.
De acuerdo a lo que dice el psicoterapeuta, para hacer que una persona no tenga confianza en sí misma simplemente hay que hacerle sentir que es débil, inútil e incapaz cuando es niño. Para fomentarla, hay que hacerle sentir a los pequeños que son aceptados como son, de lo contrario, siempre durdarán de si valen o no.
¿Y cómo saber si uno tiene autoestima alta o baja? Según el artículo la autoestima alta se manifesta con ciertas características: racionalidad, creatividad, independencia, flexibilidad, capacidad para aceptar los cambios, admitir y corregir los errores. En cambio, la baja se manifiesta en irracionalidad, rigidez, miedo a lo nuevo, conformidad inadecuada o rebeldía poco apropiada, sumisión y comportamiento reprimido.
¡Cuántas cosas podríamos mejorar si buscáramos sentirnos nosotros mismos más capaces de enfrentar todos los retos que nos ponga enfrente la vida! Y esto ayudaría que le transmitiéramos a nuestros hijos que no tienen por qué rendirse ante lo difícil, sino al contrario, superar el obstáculo y salir como una persona mejor.
Desgraciadamente le enseñamos a los niños de todo, menos a creer en sí mismos. Si con nosotros mismos somos críticos e injustos, nos maltratamos, nos autoregañamos, nos sentimos que no valemos nada, por supuesto que seremos mil veces peores con quienes nos rodean, incluso si son lo más cercano a nosotros.
Y podemos caer (como veía en un programa sobre este tema) tanto en agredirlos directamente y hacerlos sentir mal por cualquier cosa que no hagan perfecta, hasta la agresión pasiva, que es hacerles todo, protegerlos de todo, ponerlos en algodoncitos porque no creemos que solitos puedan hacer cosas.
En fin, este artículo me pareció muy acertado y para reflexionarse.