Sin plan y sin rumbo

En México, la planeación es una actividad que tiene poca o nula importancia para la mayoría de las personas, desde particulares hasta los gobiernos municipales, estatales o el federal.

Es fácil darse cuenta de esta situación simplemente con caminar por las calles de cualquier ciudad y observar situaciones como que, por ejemplo, se hacen y rehacen obras debido a que no se planearon detenidamente y con todos los involucrados los pasos para, por mencinar una situación común, pavimentar una calle… Al pavimentar una calle se debería de pensar si el drenaje no va a resultar afectado, si se va a necesitar que las banquetas también sean reconstruidas, cuál va a ser el plan emergente para que no se cree tráfico en la zona, etc, etc.

Pero en vez de esto, en muchas ciudades nos encontramos que se pavimenta cuando y como se puede: muchas veces se tapan las coladeras con el material de desecho que lógicamente se genera, o las banquetas quedan al mismo nivel que el asfalto, por lo cual la gente corre riesgo ante conductores ineptos, o como aún hacía falta terminar x sección del drenaje, del entubado, y por supuesto, como no se convocó a todas las dependencias afectadas, hay que volver a abrir el pavimento recién construído.

O en el caso de particulares, por ejemplo, existen centros comerciales que no cuentan con los mínimos requerimientos de seguridad, como salidas de emergencia, extinguidores, o aspersores, o con los suficientes medios de desagüe, de modo que si se presenta un incendio o una tormenta repentinas e incontrolables, es probable que haya pérdidas materiales o humanas.

Al momento de señalar responsables de esto, ¿a quién elegimos siempre? Por supuesto, al gobierno. Nos olvidamos que un gobierno es elegido por la gente, a un gobierno debería de exigírsele que planee y vea el panorama general que no ve el ciudadano común, pues para ello se les paga con nuestros impuestos. Pero, por supuesto, nadie está dispuesto a dejar su comodidad para exigir lo que es simplemente nuestro derecho que se haga: planear para crear beneficios a la población en general y el plan ponerlo en ejecución de manera eficiente y sin despilfarros.

Además, no podemos tampoco exigir cuando, desde la menor actividad de nuestra vida hasta lo más importante, estamos acostumbrados a dejar que las cosas ‘pasen’, organizarnos para actividades como llevar a cabo las labores del día y así evitar contratiempos a uno mismo y a los demás, hasta los eventos que se supone son muy importantes en nuestra vida: una boda, un embarazo, la vejez, incluso hasta cuáles serán nuestras disposiciones en caso de morir, TODO se deja al último y al ‘ya veremos’.

Aunque las comparaciones son odiosas, qué diferencia que en otros países donde muy pocas cosas se dejan al azar, incluso existen asesores para, si uno no tiene el tiempo de planear, que esté encargado de hacerlo. Tan importate es para personas de esos países que las cosas salgan como deben que ser planificador profesional de todo tipo de situaciones se paga y muy bien.

¿Cuándo comenzaremos a pensar a futuro, a ver que la vida sin planeación es simplemente un barco sin vela, remos, timón ni nada que lo guíe y que simplemente, lo más probable es que nos lleve al desastre? Mi opinión es que, según lo que se ve en las actitudes de los ciudadanos y los gobernantes de cada pueblo, ciudad y estado, esto no va a suceder nunca.

La censura, un hecho en México

Es impresionante que, cuando se supone que tenemos un país más democrático, abierto y donde presuntamente todo se puede decir, aún ocurra la censura. Lo que es peor, la autocensura.

Un caso reciente fue el de una conocida, quien me contó que el dueño de una revista afiliada a un periódico del DF censuró tres artículos, uno que lastimaba los intereses de un amigo suyo y otros dos que hablaban de Vicente Fox y Marta Sahagún.

Lo peor del caso, este señor se creía el paladín de la libertad de la expresión, la verdad y la justicia (ya ni los Superamigos se creen tanto).

¿Cómo es posible que aún continúen estos casos? ¿Cuántas cosas así suceden en los medios en México de los cuales ni nos enteremos la mayoría de las personas que vemos televisión, compramos periódicos y queremos estar informadas (una minoría, si hemos de ser sinceros) y mucho menos las personas que ni les interesa saber qué está pasando?

Quizá precisamente por eso pasan y seguirán pasando estas cosas, porque estamos en una sociedad apática, sin el menor interés por siquiera hacer presión a los gobernantes o a los dueños de los medios para que realicen su trabajo por y para quienes finalmente los mantenemos: los gobernados, los lectores, respectivamente…

Sí, me imagino que hay notas que quizá es mejor callar ante la posibilidad de poner en peligro a un medio completo, y aún así, hay periodistas valientes, como Jesús Blancornelas, del semanario Zeta de Tijuana, quienes incluso aún después de haber puesto en peligro su vida, siguen haciendo periodismo que a muchos les cala (a los poderosos, a los narcos).

Entonces, ¿con qué cara los dueños de medios afirman que si x o y artículo no sale es porque ‘fue más prudente hacerlo así’ o ‘había que cuidar la legitimidad de la información’ o infinidad de pretextos que se sacan de sus amplias mangas?

¿Cómo es posible que cuando, indignado, un equipo de trabajo reacciona renunciando ante la autocensura, se atreva el dueño a decir que la salida de toda esa gente se debió a ‘problemas económicos’? Eso es cinismo y eso es querer engañar a muchos con argumentos falaces y malintencionados.

Ojalá nuestra sociedad comience a cambiar, a menos que quiera que sigan dándole ‘atole con el dedo’ y cada quien manejando la información a su modo y conveniencia, desde los políticos para poder sacar su tajada del pastel, hasta los dueños de los medios de comunicación, posiblemente para obtener favores y prebendas inconfesables.

El monopolio del poder y la verdad

¿No odian ustedes a las personas que, simplemente por querer sentirse bien consigo mismas y demostrarle al mundo que son poderosas y conocedoras, siempre te tratan de imponer su punto de vista?

Pasa en todos lados, ya sea alguien de tu familia directa o política, algún tío/a, primo/a, suegro/a o cuñada/o tratará de hacerte ver que su método para hacer las cosas es el «real».. Por lo tanto, que son una autoridad en ese tema y tienen el poder para imponer su opinión… Y esto te lo machacarán de mil formas.

Por ejemplo, cómo debes cuidar a tus hijos. Ellos tienen el método infalible para hacer dormir, comer, comportarse, hacer malabares o aprender cantonés a los niños. No importa si estamos hablando de que un ser humano nunca es igual a otro y las circunstancias nunca son iguales, el método de ellos funcionará en cualquier niño de aquí a Bielorrusia.

Lo mismo en tu trabajo, nunca falla el jefe que siempre, siempre encontrará que hiciste algo mal, así sea que hayas pasado horas o incluso días preparando una presentación para una junta, siempre hay una falla, así sea que el proyector no funciona, por ejemplo (es decir, tú debiste ver el futuro o con tu visión de rayos x darte cuenta de que un componente del aparato se descompuso). O también, están los que te mueven de turno a su antojo, o si tienes un solo turno, te hacen llegar, digamos, a las 11 de la mañana a trabajar, no importa que las actividades REALES inicien dos horas después.

He visto casos así últimamente y la verdad, esta actitud a mí se me hace simplemente querer imponer su verdad, ‘verdades’ que van desde el creer que «el trabajo aquí inicia a las x hora, no me importa si tienes que matarte, no dormir o dejar de comer para llegar» o, en el caso familiar, «si tu hija grita como loca porque está haciendo un berrinche, es tu culpa».

Así de fascinantes son algunos tipos de gente. Y no hablemos, por supuesto, de temas más álgidos que incluso están prohibidos en la conversación con estas personas: la política o la religión… Ah, y en México, el futbol muchas veces. Digo, si uno elige ser un verdadero ateo o incluso un agnóstico, debería ser problema personal y, a lo más, problema de tu familia cercana (esposo/a e hijos) si les afectas en algo… Si no es así, si incluso con tus hijos y esposo dejas que ellos sean o crean en lo que su personal convicción y reflexión les permita, y lo mismo hacen ellos porque tú no les causas problemas, entonces, ¿qué le interesan tus creencias a otra persona ajena a tu vida?

Lo mismo, en política, cada quien tiene derecho de decir lo que mejor le acomode de x o y candidato, de x o y partido, finalmente, muchas veces eso que dicen es consecuencia de lo que leen, oyen o la información a la que tienen acceso, dudo que alguien tenga la verdad completa sobre el comportamiento de un humano o grupo de humanos (partidos políticos).

Pero en el momento en que, de nuevo, tratan de ‘convertirte’ a sus creencias, ¡qué molesto! ¿Por qué no tratan de aplicar su energía en algo más constructivo para sí mismos? ¡Get a life! Dirían los gringos…

Y lo peor del caso, una vez que analizas el comportamiento de esa gente a su alrededor, te das cuenta de lo incongruentes que pueden ser: por ejemplo, suele suceder que sí, te exigen puntualidad a ti, su subordinado, pero son incapaces de ser puntuales; o sí, te exigen que realices perfectamente x función, pero a su amigo querido, a su familiar cercano que trabaja en la empresa, NUNCA le piden que haga siquiera lo básico.

En fin, supongo que la vida es así de irónica: quienes no queremos ni problemas ni polémicas, nos persiguen; quienes no queremos más que ‘dejar hacer, dejar pasar’, es muy probable encontrarnos con alguien cercano que nos quiere manipular y explotar a su antojo… ¡Ah, quién tuviera un bat a la mano y la posibilidad de romper rodillas de gente indeseable sin que hubiera consecuencias!