Los engendros de la reforma educativa

La Reforma aplicará en kínder y los primeros 3 años de primaria.
Foto: Flickr / 
Foundation Escalera

En estos días hemos estado escuchando (a pesar de que la atención ha estado centrada en temas tanto relevantes, como la resolución del TEPJF sobre las elecciones, o menos importantes, como los Juegos Olímpicos) noticias variadas sobre la Reforma Integral de la Educación Básica.

Estos cambios, entre otros aspectos, incluirán el hecho que en primero y segundo año de primaria no habría alumnos reprobados, sino que se procurará pasar al niño al siguiente grado y, en situaciones especiales y sólo con la aprobación de los padres, se dejará al niño en el mismo que cursó si se considera necesario. Esto no se podrá hacer por segunda vez, es decir, si nuevamente el alumno o alumna en sus evaluaciones no demuestra que haya aprendido como para pasar al siguiente año, tendrá que repetirlo.

Este tipo de nuevas medidas ha causado preocupación en varios sectores, tanto padres de familia, empresarios, analistas, etc., considerando que si se aprueba a los niños y se les quiere dar atención especial en el siguiente año para que se pongan al corriente con los demás, quizá no sea posible que esto ocurra, arrastrando el alumno un retraso que quizá pueda afectarlo en el futuro, incluso al momento de escoger preparatoria o universidad.

Y como para comprobar los problemas que puede tener en la práctica estas nuevas reglas, llegó a mis oídos un caso que considero preocupante. Una persona que se enteró de la situación me contó el caso de una escuela de la cual tiene conocimiento, donde por un lado no se sigue un lineamiento y por otro la nueva regla impide darles solución a un problema en un salón de clases.

En la escuela, ubicada en la colonia Santa María La Ribera, a pesar de que en los lineamientos de educación primaria se establece que en cada grupo puede haber hasta 3 niños con problemas de desarrollo o capacidades diferentes, tienen un grupo de segundo grado con 11 niños (la mitad del grupo) en estas condiciones, en total violación de los lineamientos.

Además, de acuerdo a la fuente (quien prefirió el anonimato, pero está plenamente identificada por la autora de este blog y tiene conocimiento directo del caso), los padres de algunos de estos niños se niegan a que reciban atención, puesto que no creen que tengan alguna necesidad especial o, aún con un diagnóstico previo, no han sido llevados a tratamiento. Esto incluso aunque se les ha ofrecido ayuda gratuita en una clínica en la cual les dan atención y medicamentos.

Además, a causa de las nuevas reglas, los padres se negaron a que los niños repitieran el primer grado de primaria, aún cuando algunos de estos alumnos ni siquiera saben leer.

Esta situación provoca hasta el momento que no se atienda a los niños de forma adecuada, tanto por la profesora del salón, que, aún con todo su esfuerzo, se encuentra obviamente rebasada al contar con tantos niños en esta situación, como al no poder dárseles el diagnóstico y tratamiento que sin duda requieren niños con capacidades especiales.

Es de cuestionarse si las autoridades educativas desconocen el caso de cerca o simplemente han preferido que siga como está debido al posible conflicto que puede ocurrir con los padres. La pregunta es ¿qué les hará mejor a los niños a la larga? ¿A la sociedad que tendrá que encargarse de ellos para que tengan una vida plena? Es un caso delicado, sin duda, y puede haber situaciones especiales que quizá impidan que los padres lleven a los niños a donde puedan atenderlos y diagnosticarlos, pero habrá que preguntarse si las autoridades no deben ayudar en esos casos y no esperar a que todo se resuelva «por sí mismo».