Injusticia social

Es indignante enterarse de temas como los que últimamente he sabido gracias a amigos y familia. Lo que vivimos los mexicanos de clase media a veces es tan absurdo, tan surrealista, que uno comprende por qué hay tanta gente que ve Estados Unidos o Canadá como opciones para vivir.

No se trata solamente de que paguen más, se trata de que en general parece haber una estructura gubernamental y de instituciones que funciona de forma un poco (o un mucho) más eficiente que lo que vivimos en este país.

Por contar algunos casos: una conocida, ya pensionada, tuvo que ver cómo subsistía hace unos meses porque su pensión fue «congelada» al pasar a una cuenta «concentradora». Mientras tanto, ella y las demás personas en su situaciòn tuvieron que encontrar la forma de vivir. Ella decidió trabajar como empacadora en una tienda de autoservicio, con lo cual se está manteniendo.

Otro caso es el de una persona también cercana que está estudiando un doctorado para tratar de subir su nivel académico y encontrar mejores opciones de empleo que las que tenía hasta ahora. En el doctorado, en una institución educativa pública, le otorgan una beca, con el requisito de que no trabaje y se dedique de tiempo completo a estudiar. El problema comienza cuando Hacienda, que es la que controla estos recursos, no «libera» el dinero correspondiente a las becas. Mientras tanto esta persona y su familia llevan 2 meses sin recibir ingresos decentes, teniendo que vender y empeñar varias cosas con el fin de subsistir, llegando incluso a días que no saben si al día siguiente habrá qué comer.

Tercer caso: unos conocidos que trabajan independientemente presentaron a la empresa a la que le trabajan una factura, pero la empresa recibió la factura y no pagó absolutamente nada durante varios meses. Cuando por fin pagó, Hacienda les quitó casi 70 por ciento del pago total (retroactivo) que le debían a estos conocidos.

Me pregunto, ¿cómo puede confiarse en un Estado en el que las personas que más necesitan ayuda (como los pensionados) se les quita dinero que ya se ganaron durante años de trabajo? ¿O donde quienes tratan de educarse y ser mejores, trayendo así beneficios para el país con su trabajo, se les tiene en una situación insostenible porque no hay opción ni de trabajar ni dinero para sostenerse ya que no se puede trabajar? ¿O a quienes todavía, con todo y lo mal que está la economía, están trabajando, sosteniéndose a sí mismos y a sus familias, quitándoles 70 por ciento de su ingreso, ganado con meses de esfuerzo?

No se puede tolerar realmente que existan estas situaciones. Y estoy hablando de familias con personas educadas, con experiencia, pero que por circunstancias de la vida terminan en estas situaciones que nadie debería de vivir. No quiero ni imaginar cómo están quienes no tienen forma de salir adelante porque están en la pobreza, sin educación, sin forma de salir adelante de forma digna.

Mientras tanto vemos a esos parásitos que viven del gobierno, que hacen lo mínimo posible en sus obligaciones, que roban velada o abiertamente, que no tienen ni ética ni moral alguna, importándoles poco todo el grueso de la población, a quienes se supone deberían servir. Creo que la petición simple de que dejen de recibir esos sueldos de primer mundo habiendo tanta injusticia social es básica. Sí, que reciban un sueldo, pero no un botín que sacan de los impuestos que todos pagamos, mientras que hay tantas situaciones como las que cuento arriba.

Me gustaría ver que quienes estamos viviendo en este país, viviendo las injusticias que otros no ayudan a solucionar, que incluso agravan, dejáramos de quedarnos callados y alcemos de alguna forma la voz contra la injusticia, no digo que con violencia, no, pero al menos tratar de mostrar nuestro desacuerdo y manifestarnos hasta que nos escuchen. No puede ser que dejemos que todo esto contiúe y crezca el descontento hasta niveles que quizá ya no puedan solucionarse.

México no es de todos

Es triste escribir esto, pero a donde sea que voltee veo pequeñas señales de que México parece ser de aquéllos que pueden obtener los privilegios necesarios para vivir felizmente y sobrevivir se vuelve más difícil para los que no tienen recursos.

Los «dueños» de esta casa distribuida desigualmente son varios: los privilegiados, que tienen algún tipo de negocio o trabajos que les reportan ganancias millonarias, lo que les permite vivir en las zonas más exclusivas del país, moverse en vehículos de lujo, tener seguridad privada, y si así lo eligen, incluso ni siquiera vivir en México, sino sólo obtener más riquezas de él. En estos incluyo no sólo a empresarios, sino por ejemplo a profesionistas que se mueven en círculos de poder, como aquellos periodistas-celebridades que más que informar parecen ser voceros pagados por el mejor postor.

También están los que, gracias a su «habilidad» en la política, ganan un salario como diputado, senador, alcalde, gobernador, presidente y tantos y tantos otros que viven de trabajar en el gobierno, de trabajar para los ciudadanos, pero que hacen de su objetivo ignorarnos e ir saltando de puesto en puesto para no perder su fuente de ingreso, si cumplen sus promesas es secundario.

Tampoco faltan los que viven bien aterrorizando a los demás: narcotraficantes, secuestradores, extorsionadores, asaltantes, ladrones, delincuentes de todo tipo, pero que finalmente decidieron que lo más fácil era dejar el camino honesto y hacernos la vida imposible a los que apenas sobrevivimos sin delinquir.

Mientras tanto, estamos los inquilinos de ‘clase media’, esos a los que nos imponen trabajos mal pagados, a realizar en condiciones injustas, con las mínimas o ninguna prestación, que cada salida a trabajar implica no saber si nos tocará encontrarnos con alguien que nos quite nuestras posesiones duramente ganadas, los que estamos hartos de quienes viven de nuestros impuestos, pero que estamos más ocupados en resolver el día a día que en pedirles cuentas; también aquellos que viven en situaciones precarias, con trabajos esporádicos, apenas sobreviviendo; y por último, los que menos tienen en esta ‘casa de huéspedes’, sin un espacio digno, sin comida, sin lo básico, y más bien sobreviven por inercia.

Yo sé que estoy describiendo categorías muy generales, que quizá no todos los grandes empresarios abusan de sus privilegios exprimiéndole al resto de la sociedad, que sí hay políticos que tienen al menos la intención de hacer algo bueno desde su trinchera por el país, que no sólo hay periodistas voceros del poder, sino muchos que viven real peligro por informar con valentía lo que ocurre. Claro, debe haber gente buena incluso en estos grupos, no lo dudo.

El problema es lo que predomina, el problema es quién está ganando. Nos están imponiendo condiciones los menos, los que no tendrían por qué tener la sartén por el mango y mientras los demás lo sufrimos, algunos resignados, otros combatiendo, pero cada grupo por su lado. Ojalá nos golpeara por fin la realidad de que hasta que «los inquilinos» no veamos lo que tenemos en común, esos «caseros abusivos», y busquemos cómo dejen de abusar de nosotros, vamos a vivir en condiciones injustas cuando estamos en nuestra casa, que el abogar por las causas justas sólo funcionará si la gran mayoría participa, no sólo los pequeños grupos esparcidos por todo el país.