Mexicanos distraídos

Es un hecho: los mexicanos vivimos distraídos. Nuestra mente parece ir de un problema a otro, de una crisis a otra, de un escándalo a otro.

Parece que todo conspira (y en cierta forma aparenta en muchos casos ser una estrategia de comunicación muy bien orquestada por personajes/entidades clave) para que vivamos como en eterno «zapping» o cambio de canal sin enfocarnos en lo importante, sino cuando mucho, en el tema de moda, en los brillantes espejitos que nos pone enfrente la televisión mexicana (ejemplo, el caso de Kalimba o los conductores de Top Gear).

De esa forma, los casos verdaderamente indignantes y sobre los cuales la opinión pública debería aplicar toda su indignación y su presión van perdiendo fuerza conforme pasa el tiempo. La estrategia del agotamiento parece funcionar.

Así, vemos que asuntos como el de la guardería ABC, con 49 niños y niñas fallecidos, ya a pocos parece indignarles; que el caso de Marisela Escobedo también va perdiendo vigencia; que cualquier cantidad de hechos terribles, así sea algo que a todos nos afecta, se pierde irremediablemente en el limbo de nuestra falta de atención.

A eso se une, como decía, esa estrategia que tiene el gobierno y a veces algunos medios que parecen excesivamente cooperativos, de publicar números y cifras que serían indignantes en momentos en que la atención pública está en otro lado, en este caso, el asueto por el 5 de febrero.

Así, el hecho de que en la renombrada «guerra contra las drogas» de Felipe Calderón hayan muerto ya más de mil niños (a ellos no los pueden llamar «sicarios» y «pandilleros» por mucho que lo intenten) pasará sin pena ni gloria a menos que lo tratemos de traer a la atención de todos quienes sí pensamos que esto no puede, no debe seguir sucediendo.

Aunque sea de forma simbólica, aunque la mayoría no se asombre siquiera, no exprese su coraje (si es que lo tienen y no es indiferencia) al menos algunos blogueros intentaremos que el tema no se olvide con un post como éste y con difusión en las redes sociales.

Es impresionante la forma en que se menosprecia la vida humana, la vida de pequeños que no son como los adultos, a los que podría achacárseles responsabilidad (y eso, de forma dudosa, pues muchos de los muertes no se sabe si realmente estaban involucrados o así lo dice nuestro tan «eficiente» gobierno).

Ojalá muchos reaccionaran, aunque cada vez es menor mi fe a nuestra apática y distraíble sociedad. Tan distraída que quizá cuando México deje de ser un país mínimamente habitable ellos sigan perdidos en lo que los seudo artistas del Canal de las Estrellas están haciendo con su vida.